Algo sobre el poder de la mente
El gran poder de la mente, esa porción inexplorada del cerebro humano, que alberga los poderes ocultos más increíbles que la naturaleza humana pueda poseer (sin adherirnos al sentido antrópico, no se ha sabido aun de perros telequinéticos o de loros telépatas). Gracias al misterioso poder de la mente, podremos (mediante una módica cantidad entregada al misteriopata de turno) aprender a mover objetos a distancia, leer la mente de los que nos rodean, adivinar el futuro o recordar un pasado en otra vida, e incluso, si, curar enfermedades terminales de esas que la fastidiosa medicina convencional dice que no podremos aliviar).
Al menos, eso es lo que dicen los charlatanes de turno.
Alguna persona me comentaba en algún momento, que la combustión espontánea Si existía, si era real, era un fenómeno estudiado científicamente y avalado por años de investigación. Dentro de la discusión, me refirió la anécdota de algunos lamas tibetanos, que practican alguna especie de ritual en los que, desnudos, aposentan sus traseros sobre la nieve, con el fin de, mediante el poder de la meditación, soportar las inclemencias del tiempo. Era tanto el calor que generaban, según mi interlocutora, que cada 10 minutos tenían que rociar con agua la única sábana que usaban para cubrirse para mitigar el increíble calor que generaban sus cuerpos. Y, si estos señores, por medio del poder de la meditación podían realizar estas hazañas, ¿por qué no podría un ser no entrenado, como su vecino, o el tendero, generar inadvertidamente esta misma energía, pero mal controlada que podría a fin de cuentas incinerar el cuerpo de la víctima?
Por supuesto, la fuente de esta información procede de libros escritos precisamente para reafirmar esta clase de creencias, o para malinformar al ingenuo que piensa que porque algo aparece publicado es verídico. Y es que temas como "el misterio de la llama violeta", meditación con tu amigo Saint Germain y un innumerable etcétera adolecen de una tremenda ignorancia o credulidad al aportar a la persona que busca respuestas o solamente misterios para entretener un morbo por lo ignoto gozan de una inmerecida popularidad avalada por los charlatanes y los medios en que medran estos personajes. De nada sirvió que le explicara a mi interlocutora que una persona que genera la clase de temperatura necesaria para derretir la nieve a su alrededor, y que además necesitan que les rocíen de agua cada 10 minutos, es muy probable que muera al poco tiempo. El cuerpo humano no está adaptado para soportar esa clase de temperatura, lo cual hace muy dudosas la credibilidad que podría tener ese tema. Pero, como va rodeado del aura mística de la meditación, entonces… todo es posible. ¿o no es así?
Lo mismo sucede con los que defienden a capa y espada la tesis de la telequinesis. La premisa fundamental de esta ficción es que la mente puede generar la energía suficiente para elevar un objeto por los aires, moverlo de sitio o teletransportarlo a un sitio cualquiera, sin asistencia mecánica, sea esta muscular o por medio de cables (que me consta es como hacen los charlatanes de turno para convencer de sus poderes sobrenaturales).
Y la defensa que presentan para apoyar esta idea, es que el ser humano no utiliza la mayor parte del cerebro, dejando la tarea cognitiva o motriz a un miserable 6 a 10% de la masa cefálica.
Eso es absurdo por supuesto. La misma evolución habría dispuesto la paulatina desaparición de esa porción sin utilizar del cerebro. La idea proviene probablemente de una mala interpretación a una cita de Einstein, en la que apunta (acertadamente, me parece) que el ser humano demuestra en ocasiones una estupidez tan colosal, que pareciese que solo utiliza una porción mínima de su cerebro, aunque no estoy seguro, pues hay una gran probabilidad de que también haya visto su génesis en William James, que escribió a principios del siglo pasado "Solo aprovechamos una pequeña parte de nuestros recursos mentales y físicos" Como quiera que sea, esa idea ha demostrado una y otra vez que se sustenta en una falacia absoluta. A pesar de la alta redundancia de nuestros cerebros, un daño a veces pequeño en el cerebro humano puede tener devastadores efectos sobre las funciones motrices o sobre el comportamiento.
Por otro lado, algunos defensores de la telequinesis afirman que la utilización del 10% de nuestro cerebro no especifica un área definida, sino que solo una de cada 10 neuronas trabaja mientras las otras están de paseito por la calle del ocio. No obstante, esto es también una mentira colosal. En primer lugar, ¿como llegan a esa conclusión? No me imagino, a decir verdad, a un mercachifle de lo incógnito haciendo un complejo mapeo cerebral para definir como es que funciona el cerebro humano, como para salir con esa clase de chorrada. Y si pudiera hacerlo, entonces mal haría en perder su tiempo tratando de vender telequinesis a domicilio cuando podría estar ganando millonadas en las salas de operación. ¿Que lo dicen los libros de telequinesis? Entonces cabe nuevamente realizar la misma pregunta. ¿Por qué gastó tiempo en escribir un libro de esa calaña el autor cuando podría ganarse el dinero de manera infinitamente más honesta, como neurocirujano preparando meticulosos mapeos cerebrales a sus pacientes para una compleja operación de remoción de tejido nervioso durante una cirugía para tratar una epilepsia, y así evitar dañar áreas importantes (que si la tesis del 10% fuera cierta, no sería tan necesario)
Comentaba sobre la misma evolución. Existe una clara ventaja evolutiva al tener cerebros mas grandes, en relación con el tamaño del cuerpo. Un elefante tiene un cerebro más grande que el de un humano, pero la relación de su cerebro con su masa corporal es mucho menor que la nuestra. La falta de uso de un área importante del cerebro, no habría propiciado una ventaja evidente en la evolución de nuestra especie con respecto al tamaño de la masa cerebral, y esta iría en descenso. Por otro lado, durante el desarrollo se forman muchas sinapsis nuevas, actividad que no tendría sentido si no fuesen a estar en uso eventualmente.
Pero, si nos vamos por otro lado, suponiendo que realmente la mente pudiera generar alguna especie de energía (manifestación que los charlatanes jamás han podido medir, mucho menos cuantificar, pero aun así se sienten con la autoridad suficiente para especular sobre ello) mística, suficiente para poder mover objetos a distancia, surge un pequeño nuevo problema: el de la conservación de la energía.
Un objeto con una masa definida, con un peso determinado de acuerdo a su densidad y su masa, requiere de una cantidad definida de energía para poder moverse, la cual se centuplicaría en el caso de la levitación. La mente humana, simplemente no está adaptada para el manejo de las energías involucradas para generar el trabajo suficiente para poder mover ese objeto. Se requieren de tremendas cantidades de energía para poder mover una partícula, y eso solo una partícula. Para poder mover un auto la cantidad de energía requerida se multiplicaría exponencialmente. Un cerebro humano, que tuviese que lidiar con semejantes cantidades de energía sufriría un colapso que le dejaría incapacitado incluso para ocupar un espacio. En pocas palabras, se destruiría. Y con esto no me refiero a que sufriría una especie de combustión espontánea, pues estoy seguro que ahí estaría dando material para que los creyentes en esa tontería tuvieran mas armas para defender esa tesis absurda. Simplemente colapsaría y dejaría de funcionar. Y eso también se aplicaría para la telepatía. Una masa orgánica simplemente no puede funcionar como receptor de señales externas mas que las procesadas e interpretadas por nuestros sentidos.
Y ahí hay un gran problema para los defensores de la telequinesis.
Aunque pensándolo bien, quizás estas personas tengan la razón, y efectivamente solo se utilice el 10% de el cerebro humano.
Pero, eso parece ser que sucede únicamente en los casos donde se requiere solo de concurso de una fracción del cerebro, apenas el suficiente talento para sostener una pluma o teclear en un ordenador un libro sobre la meditación trascendental, o para proponer la existencia de la telequinesis, o la combustión espontánea. O para defender las teleplastías.